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“En 50 años de profesión nadie me había sorprendido así”. “Nunca jamás pensé que esto pudiera ser tan importante”. “No sé cómo nadie me había hablado de esto antes”. Son algunos de los comentarios que uno escucha tras una Riedel Experience como la que organizamos el pasado miércoles en Arrecife, Lanzarote. Y es lo que escuchamos habitualmente cuando tenemos la oportunidad de demostrarle en vivo a un cliente la gama de productos de este fabricante austríaco.

Tengo la sensación como profesional de que hay algo que hasta ahora no ha sido contado en el mundo del vino. Siendo una parte fundamental porque es la que conecta al consumidor con el producto.  Y consecuentemente con el restaurante y también con la venta, con el beneficio. Hasta ahora no se ha tenido en cuenta el mensaje de cuán importante es la copa en el servicio de un vino. Sea un gran vino o un vino normal. Pero al final la elección de la copa tiene una consecuencia directa en la satisfacción del cliente y también en el beneficio del negocio.

Esta es una cuestión a la que ni siquiera los sumilleres hemos aprendido a sacarle partido. Pero es una herramienta que Riedel pone en las manos de toda persona apasionada en el vino, y que demuestra que este mundo tiene que evolucionar mucho. Sin ir más lejos: ¿Cuántas bodegas han elegido la copa apropiada para consumir su vino? ¿Cuántas dicen “y yo le recomiendo que usted consuma mi vino con esta copa concreta”? Lo ha hecho recientemente Abadía Retuerta para encontrar cuáles son las copas apropiadas para su perfil de vinos tintos y blancos. Pero queda mucho por andar.
 
¿Es una herramienta cara? Yo creo que no. Es una cuestión de saber apreciar el valor que tiene esto. Un hándicap importante será también tener al personal suficientemente formado, ya no al sumiller, sino todos los que trabajan en sala para tratar esto como algo que genera un beneficio real.
Uno de los principales temores a menudo para los propietarios de los restaurantes es, ante el estrés del uso normal de las copas y su manipulado durante el lavado, secado y abrillantado, tener un alto nivel de roturas que conllevarían un gasto extra. En primer lugar debo decir que las copas Riedel (que llevo usando a diario desde hace ya un tiempo) son resistentes al uso normal. Y por otro lado, dotar a un restaurante de estas copas podría conllevar de manera consecuente instalar un sistema avanzado de lavado de copas con el que el personal no tiene que manipularlas en exceso. Sistemas de lavado que limpian y abrillantan y no hace falta luego repasar el cristal. Da la casualidad de que en visitas comerciales a restaurantes para hablarles de Riedel, he podido ver que algunos cuentan ya con esta maquinaria. El tiempo que se ahorra también es importante. Porque son máquinas capaces de lavar en menos de tres minutos y porque además nos ahorramos el tener que repasar las copas posteriormente.

Esta es una revolución de la que no somos descubridores. Pero es una revolución latente que queremos desde Vinófilos lograr transmitir para cambiar la manera de entender el vino en los restaurantes de Canarias. De verdad, al vivir una de estas Riedel Experience ves las caras de los clientes y a menudo parece que están reaccionando a los trucos de un prestidigitador. Les cuesta creer cómo un mismo vino servido en diferentes copas se puede mostrar de maneras tan distintas. Y sobre todo, cómo una copa puede elevar un vino hasta cotas antes insospechadas. Pero es tan real como la vida misma.

En la búsqueda constante de la excelencia, en el esfuerzo económico, creativo, formativo y de trabajo diario de un restaurante que se precie, son absolutamente necesarias las copas de calidad. En nuestra empresa, sala de catas y la Enoteca El Zarcillo, todo se sirve en Riedel. Nosotros lo tenemos muy claro.