Necesitamos que nuestra viticultura y nuestros vinos se consideren elementos estratégicos en el desarrollo socioeconómico de Canarias. Aspecto fundamental para aportar valor al archipiélago. Ello exige un esfuerzo multisectorial que integre acciones que deben llevarse a cabo desde distintos ámbitos de la actividad; educación, cultura, comercio, hacienda, agricultura, turismo y todas las partes implicadas. Un enfoque colaborativo que coordine esfuerzos para maximizar el conocimiento del vino canario de calidad por parte de la sociedad canaria y de todos aquellos que nos visitan, sumando a ello la capacidad exportadora de nuestras vinificaciones.
Valores como estar vinculados a la historia del vino desde el S XV, nuestro viñedo prefiloxéricos, el amplio catálogo de variedades de vid, los singulares sistemas de conducción, la influencia de los vientos alisios, la altitud, la orientación, los microclimas, los diferentes tipos de suelo, las singulares prácticas culturales de nuestros viticultores, el gran abanico de vinos que elaboramos en el archipiélago o el inmenso valor paisajístico ya lo han puesto en valor muchos importadores de países como; Estados Unidos, Canadá, Alemania, Reino Unido, Bélgica, Suiza, China, etc., vinculando a Canarias como destino de vinos de calidad.
Si a todo ello sumamos las actividades complementarias de enoturismo, el acompañamiento fundamental a nuestra gastronomía, la profesionalización del sector, con la creación de puestos de trabajo en un cultivo coherente para el archipiélago, su distribución y todo lo que ello puede aportar a Canarias, nos obliga sin duda a coordinarnos, a ir de la mano, a tener una sola voz para definir una estrategia sólida y eficaz de comunicación y comercialización de nuestros vinos. Recurramos a la historia para retomar el nombre que nos posiciona de una forma tan singular en el panorama vitivinícola mundial: Canary Wine. Seamos prácticos, aquí cabemos todos.