Redacción.- En este febrero de 2021 Pago Los Balancines es nuestra «Bodega del Mes«. Un proyecto enológico, que representamos en Canarias desde hace años, que ha situado en el mapa vinícola mundial a Mérida, a Extremadura y la DO Ribera del Guadiana con letras mayúsculas.
Conocimos esta bodega por el año 2011. Bueno, la conocimos físicamente en ese año porque ya habíamos hecho un seguimiento de sus vinos en varias ferias nacionales y sabíamos qué estaban haciendo. Siempre nos pareció que tenían algo diferente que ofrecer y eso se ha ido confirmando con el paso de los años.
Hoy charlamos con su enólogo y propietario, Pedro Mercado, con el que siempre es interesante hablar y percibir la pasión por su proyecto y por el mundo del vino en general. A su sabiduría y experiencia, hay que sumar el hecho de que es profesor en el Máster de Viticultura y Enología de la Universidad Politécnica de Madrid con lo cual no solo sabe mucho, sino que además lo explica de maravilla. Siempre aprendemos escuchándole.
M.R. – Pedro, cuéntanos brevemente cómo iniciaste tu proyecto.
P.M. – La bodega se funda en 2006 tras una larga búsqueda por toda España de un lugar adecuado para arrancar el proyecto que siempre tuve en mente. Mi idea no era invertir en una bodega, sino crear desde cero un proyecto nuevo que me permitiera hacer vinos especiales, reveladores de un lugar concreto. Extremadura se cruzó en mi camino de manera inesperada. Fuer por casualidad que aterricé en Los Balancines y quedé unido al lugar de manera instantánea. Mi primer contacto con el lugar fue brutal, un golpe en la cabeza. Había varias pequeñas viñas muy antiguas, que actualmente son el corazón del proyecto. Estaban rodeadas de encinas y asentadas sobre un suelo cuajado de piedras. Eran ciegas cepas de lo que allí llamaban “tempranillo de Oliva”, que después resultó ser un Tinto Roriz perfectamente aclimatado al lugar y presente allí desde siempre. No tengo antecedentes en el mundo del vino, tampoco estaba unido en modo alguno a Extremadura. Hasta que hace quince años me hice bodeguero y extremeño por decisión propia. A modo de broma digo que todas las bodegas históricas empiezan con alguien que decide dar el primer paso, por el “primero de la saga”, pues bien… ¡Ese soy yo! El reto estaba claro, en una región con una historia milenaria unida al mundo del vino, no había ningún vino entre los mejores de España, queríamos que eso cambiase y según parece, lo conseguimos.
M.R.- En nuestra primera visita descubrimos muchas cosas interesantes de esta zona y de esta región del vino. Entre ellas la cercanía a la ciudad de Mérida con su gran historia romana, lo que sin duda nos habla ya de que fue una de las primeras regiones importantes del vino de la península ibérica. ¿Esto es así?
P.M. – Sin duda lo fue. Son numerosos los restos de época romana que nos remiten al vino. Vasijas, ánforas, mosaicos que nos hablan del cultivo de la vid… Basta dar un paseo por el Museo de Arte Romano de Mérida, posiblemente el más importante del mundo fuera de Roma, para encontrar cientos de referencias a esa relación entre Emérita Augusta y el vino. Más cerca aún de nosotros, en la Aldea de los Alunados, un poblado romano que se encuentra junto a nuestra viña, enterrado pero estudiado, se encontraron restos de recipientes de transporte del vino, pepitas de uva fosilizadas y vasijas para el consumo. Próximamente lanzaremos nuestro vino de edición más limitada, menos de 300 botellas, como homenaje a esa aldea y sus viñas. Un graciano monovarietal de una pequeña parcela junto a la Aldea, cuyo nombre será «La Viña del Hombre”.
La larga tradición vinícola y a la vez la falta de prestigio nacional e internacional es una de las cosas que seguramente atrajeron a Pedro Mercado a lanzar un proyecto de calidad en la zona, y que en estos años ha conseguido posicionar Pago Los Balancines como un referente de la elaboración en nuestro país, tanto dentro como fuera de él.
Desde el principio, si haces un seguimiento del proyecto eres capaz de captar la enorme inquietud, unida a un gran conocimiento, que exhiben los vinos de Pedro y su equipo. Ningún vino defrauda, ninguno vino imita otro, ninguno busca complacernos a todos. Ningún vino permanece estático en el tiempo. Están cargados de dinamismo y en constante reconversión. Su manera de interpretarl os es única y cargada de personalidad. En cierta ocasión hace años, recuerdo que Pedro me comentó “No intentamos a hacer vinos a la moda o contra clima. Intentamos hacer los mejores vinos con nuestra situación geográfica y variedades, que me muestren todo el potencial y la tipicidad de un lugar tan especial como este”.
Su agricultura ecológica, respetuosa y en perfecta conjunción con el medio ambiente es todo un espectáculo. Viña en vaso, enraizada en buenos marcos de plantación, buscando extraer el potencial de cada parcela y en una lucha continua contra el exceso de calor y la sobremaduración. Yo creo que es uno de los viñedos y parajes más espectaculares que existen en el mundo del vino en España, tanto por el lugar en si, como por la interpretación del hombre sobre el mismo. Estar en Pago Los Balancines es estar en un entorno de vida que te sobrecoge, y eso está presente en sus vinos. Dentro de cada botella.
Para acabar de interpretar todo esto, la nave de elaboración es magnífica, sencilla, funcional, aprovechando todos los recursos naturales del entorno para ser lo más sostenible posible. Un obra arquitectónica pensada hasta en el último detalle.
Yo me considero una enamorado de sus vinos, tanto las nuevas referencias de Balancines Roble sobre lías o su Crianza Colección como de Haragán o Huno Reserva. Y acabando por la “colección finita” de los Mastines. O el increíble Vaso de Luz. La bodega no deja indiferente a nadie, los vinos menos, y el equipo humano y profesional redondean un proyectazo. No lo decimos solo nosotros. Está dicho por toda la crítica nacional e internacional que la reconocen como la gran bodega extremeña y uno de los mejores proyectos nacionales con un futuro por delante que parece no tener límites.