El ingrediente que encaja todas las piezas necesarias para elaborar un buen vino es el tiempo. La viticultura y la enología en sus diferentes fases necesitan de la paciencia y la espera que sólo aquellos que viven este sector con pasión saben conceder. Tiempo. Para que la viña reviva tras el invierno. Para que estallen sus yemas y crezcan ramas y hojas, que serán podadas debidamente “en verde” para que sigan creciendo y concentrando su energía en unos pocos racimos de uvas dulces, con el tamaño justo. No demasiado grandes. Con un hollejo resistente a los cambios de temperatura. Una uva sana, soleada y protegida, en la medida de lo posible, de la manera más natural.
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