La uva Romé es una variedad cultivada principalmente en la provincia de Málaga, y más recientemente también en la zona de Ronda, aunque es en la Denominación de Origen Sierras de Málaga donde su presencia resulta más representativa. Esta cepa es una de las pocas variedades tintas autorizadas por dicha D.O., lo que refuerza su carácter singular.
Aunque la Romé no es considerada especialmente rentable desde un punto de vista productivo —debido a su bajo rendimiento—, posee características únicas que la convierten en una joya enológica. Es una variedad de ciclo largo, con piel fina y una curiosa peculiaridad: no todas las bayas del racimo llegan a enverar completamente. Esto da lugar a racimos que pueden presentar uvas blancas, parcialmente enveradas o totalmente maduras, incluso dentro de la misma cepa.
Se trata de una variedad tinta muy poco común y prácticamente exclusiva de la provincia de Málaga, donde se la considera autóctona de la Axarquía. La Romé fue una de las pocas variedades tintas que logró sobrevivir a la devastadora plaga de filoxera que asoló la región en el siglo XIX, lo que refuerza su valor histórico y simbólico dentro del patrimonio vitivinícola malagueño.
Desde el punto de vista enológico, la uva Romé no aporta una gran carga de color, pero sí ofrece una madurez notable, con un grado alcohólico moderado y un frescor natural bien equilibrado, sin llegar a ser excesivamente ácido. Estas cualidades la hacen ideal para producir vinos con elegancia y personalidad, aunque requiere una atención muy cuidada tanto en el viñedo como en la bodega para expresar todo su potencial.
Hoy en día, gracias al esfuerzo de viticultores y bodegueros comprometidos con la recuperación de variedades autóctonas, la Romé está viviendo un merecido renacimiento. Su singularidad, su historia y su adaptación al entorno malagueño la convierten en un testimonio vivo del legado vinícola andaluz.
