Por Juancho Asenjo
Toro Albalá cumplirá el año 2022 su primer siglo, aunque el germen se remonta a 1894 cundo la familia trabajaba en el Lagar La Noria. Nació en el pueblo de Aguilar de la Frontera, dentro del territorio de Montilla-Moriles (Córdoba), en 1922. La fundó José María Toro Albalá, un pequeño agricultor de la zona que tuvo la idea revolucionaria de guardar vinos viejos que se convertirían en joyas enológicas sembrando la base de la apuesta de hoy. El edificio se ubicaba en el lugar que fue una central eléctrica. Cuenta con otro casco de bodega en Moriles Alto donde reposan 1.000 botas de vino más 2.000 de un vinagre de altísima categoría.
El relevo generacional se dio en los años 60 con Antonio Sánchez, enólogo y químico además de sobrino del fundador, que es uno de los personajes que han escrito con letras de oro la historia de la denominación. Gran conocedor del territorio no sólo asentó su bodega, sino que fue el enólogo de otras tantas a las que ayudó a que sacaran al mercado vinos de calidad. Fue en los años 60, tiempos donde no había profesionales que supieran elaborar vinos. Junto a Miguel Cruz fueron soporte importante en el devenir de Montilla-Morales.
Antonio Sánchez ha sido un orfebre del vino con una nariz para captar cualquier excelencia digna de un alquimista. Hombre culto y apasionado por los libros cuya colección es extraordinaria. Sólo hay que ver la biblioteca de la bodega donde destacan cientos y cientos de ejemplares sobre el mundo del vino con preferencia de la parte enológica.
Toro Albalá es una de las bodegas que abandera la calidad en la denominación Montilla-Moriles. Ha sido reconocida a lo largo de los años por sus dulces de Pedro Ximénez. Desde el joven Don PX al de añada hasta las joyas de la sacristía incluido el Convento Selección de 1946 con los casi inalcanzables 100 puntos del Wine Advocate junto a puntuaciones superiores a 96 puntos sobre 100 a diferentes vinos viejos. Los vinos artesanos con las etiquetas pegadas a mano, lacradas con producciones minúsculas. El proceso de pasificación es una de las joyas de la enología andaluza y española. Cuando la uva alcanza su momento de maduración, se cortan los racimos y se trasladan a las paseras para comenzar el proceso de “asoleo” durante varios días en los que concentra aromas. El proceso dura de 10 a 15 días para pasificar las uvas de forma homogénea todo el racimo por lo que resulta necesario el “volteo” de racimos cuya tarea manual la realizan cuadrillas de mujeres durante el verano bajo un sol sahariano. Las paseras son grandes extensiones de terrenos llanos en los que la uva se sitúa al sol sobre capachos de esparto o sobre mallas porosas para favorecer la aireación.
La gama Selección es el caviar de la oferta de Toro-Albalá con botellas numeradas. Amontillados viejísimos de distintas procedencias: algún Palo Cortado que es una rareza y el Convento Selección con algunos dulces de añadas inolvidables. La oferta vinícola lo complementa la gama de petacas de 20cl de los vinos de sacristía dentro de Special Vintage.
El surtido de vinos es amplio: con los generosos como parte importante. Comienza la selección con el blanco joven Dos Claveles. Los generosos abarcan todas las categorías aceptadas por el Consejo Regulador. Desde el Fino Eléctrico en Tres Fases: el primero presentado en un envase en forma de bombilla hecho exprofeso en homenaje a las raíces de la bodega; después el Fino Eléctrico en Rama para terminar con el Fino Eléctrico del Lagar. La línea Marqués de Poley con su presentación en botellas de 0,50 cl con el Oloroso, Palo Cortado, el Cream y el Amontillado Viejísimo Solera 1922.
La colección de joyas viejas es espectacular. Ninguna bodega de Montilla-Moriles cuenta con tantos litros de Amontillado viejo comprado a particulares, bodegas que cerraban o junto a otras compras a empresas que deseaban desprenderse de sus vinos. Una apuesta que comenzó Antonio Sánchez y ha continuado su yerno Paco Muñoz.
Otros productos que acompañan la oferta son: el arrope, vinagres secos y balsámicos de 5, 25 y 50 años a la altura de los mejores balsámicos italianos. Presentaciones de lujo y un empaquetado que impacta. Y, en pocas fechas, el mercado verá tres blancos que completarán la nueva colección. Blancos que hacen hincapié en el terruño y la variedad. Uno que procede de la Sierra de Montilla con una finura acorde a su lugar de nacimiento, otro más poderoso de las albarizas de los Moriles Altos y uno de mezcla de ambos suelos con el equilibrio por bandera. Un nuevo hito con miras al siglo XXI.
La magia nace de una variedad excepcional: la Pedro Ximénez y los suelos de albariza de los pagos de calidad superior de la Sierra de Montilla y los Moriles Altos. Son ricos en carbonato cálcico. La Pedro Ximénez es una de las mejores variedades del Mediterráneo, seguramente procedente de Málaga, que lleva asentada en las laderas cordobesas desde el siglo XVI donde ha generado grandes vinos a lo largo de los siglos.
Por Juancho Asenjo