El invierno 2016 fue uno de los más suaves que se recuerdan últimamente, sólo con un mes especialmente frío y húmedo, sin embargo, la primavera fue muy lluviosa, lo que provocó cierto corrimiento durante la floración, con la consiguiente pérdida de cosecha. Tras el pequeño retraso en la floración, la añada continuó con abundantes lluvias, por lo que fue un año muy intenso y complicado en el manejo de enfermedades en la viña. La parte positiva de la situación fue que el suelo se hizo con una buena reserva de agua.