Parecerá pretencioso comenzar mi sección del blog hablando de un molusco bivalvo marino que puede asociarse al lujo, al homenaje personal, al esnobismo, a lo hortera o a lo extravagante al mismo tiempo. Como casi cualquier cosa, todo dependerá de la óptica y la perspectiva con la que se observe el asunto.
Pero en realidad comenzar por la ostra es hacerlo por el principio (o casi) desde el punto de vista de que es probablemente uno de los pocos alimentos de la actualidad que nos conectan a nuestro Sistema Límbico y con él a nuestros antepasados más lejanos. El de las ostras es un plato que se come hoy de forma similar a como lo han hecho millones de personas desde la aparición de la especie humana.
Siempre que se haga, eso sí, sin aliños, vinagres, salsas picantes, ni el tan recurrido como cruel chorrazo de limón, que solo busca estremecer a este ser vivo justo antes de morir por la presión que ejercerá la lengua contra el paladar del comensal. Así leído parece delito, o la inquietante escena final de una novela negra terrible, pero es lo que ocurre en ese momento.
Dicen los puristas que la ostra debe consumirse sin aderezos de ningún tipo. Ese será el botón que activa la puerta interdimensional que nos hará viajar en el tiempo con «un penetrante retazo de mar, con todas sus algas y brisas (…) Estás comiéndote el mar y nada más que el mar, aunque algún tipo de encantamiento haya hecho desaparecer la sensación de beber un trago de agua salada» [Eleanor Clark en The Oysters of Locmariaquer, Pantheon Books, New York, 1964]
Sobre mí
Me llamo Carlos González Díaz y en el día de hoy comienzo como colaborador independiente en el Blog de la web de Vinófilos. La idea es aportar contenidos con los que hablar de una de las cosas que más me interesan en la vida: Comer. Es importante dejar claro desde el minuto cero que todo lo que escriba será en todo caso opinión personal, alejado de cualquier línea corporativa. Espero que lo que por aquí comparta no llegue aderezado en exceso, aunque será para mi un reto importante acortar las palabras en los ingredientes más básicos y entendibles que pueda. Lo intentaré.
Por supervivencia, salud o mero disfrute, sobre muy pocas cosas como el comer (estando mentalmente equilibrados) pensamos cada día, varias veces. El hambre no es solo uno de los principales problemas de nuestra sociedad, incluso en el Siglo XXI, sino también algo que influye en las costumbres, tradiciones, comportamientos y estados de ánimo de todos y cada uno de los seres humanos, día tras día. Y eso es mucho decir. ¿Hay pues algún tema del que hablar más importante?
Quizá sea ese el motivo por el que he dedicado casi la mitad de mi vida a diversos aspectos relacionados con la gastronomía. Tras haber estudiado ciclos superiores de informática y telecomunicaciones me cansé de trabajos precarios que no me apasionaban y traté de buscar otros caminos. Ahí comencé una aventura que me llevó a obtener el título de cocinero profesional (Hecansa, 2003) y posteriormente la Cualificación de Nivel 2 en Vinos y Espirituosos, de la Wine & Spirits Education Trust (2018) una de las más prestigiosas escuelas internacionales de formación en vinos y otras bebidas.
He trabajado en restaurantes, hoteles, tascas, enotecas y vinotecas como ayudante de cocina, cocinero, dependiente y/o asesor en vinos. La mayor parte de los últimos 18 años los dediqué al mundo de la comunicación y el marketing en Vinófilos. Desde la creación de la marca orientada exclusivamente al sector hostelero, hasta la consolidación de su plataforma web y resto de líneas de comunicación dirigidas al público general.
En este 2025 me encuentro fuera de todo ese entorno laboral siguiendo otros caminos pero me resulta imposible desconectar de todo lo vivido, lo bebido y lo aprendido. Esta ventana abierta hoy no será más que un nexo de unión entre mi pasado como gastrónomo y profesional del sector y el presente como comensal y consumidor de todo lo que tenga que ver con este apasionante mundo.
Gracias por tu interés, si he logrado cautivarlo.