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Un artículo de Aia Cristina Gallo, Alieé Chouha y Alejandro Bleda – Este marzo tuvimos la oportunidad de visitar dos de las bodegas más representativas de Alicante: Bodegas Volver y Bodegas Rafael Cañizares. Un viaje que nos permitió conocer de cerca la historia, la tradición y la innovación que hacen de estos proyectos referentes en el mundo del vino. Además, fuimos testigos de la pasión que impulsa a quienes lideran estas bodegas, asegurando un futuro prometedor para la viticultura en la región.

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La esencia de Bodegas Volver

Nuestra primera parada fue en Bodegas Volver, un nombre que en poco tiempo se ha convertido en sinónimo de calidad y respeto por el terroir. Fundada en 2004 por el reconocido enólogo Rafael Cañizares, esta bodega ha sabido combinar tradición con innovación, recuperando viñedos antiguos y apostando por variedades autóctonas como la Monastrell. Nos sorprendió especialmente la apuesta de Volver por la innovación con su nuevo rosado de Monastrell, que refleja el espíritu fresco y moderno que define su filosofía.

Uno de los momentos más enriquecedores de la visita fue conocer a Adrián y Sofía Cañizares, hijos de Rafael y piezas clave en la evolución de la bodega. Adrián, con su enfoque en la innovación y la expansión comercial, está llevando Volver a nuevos mercados, mientras que Sofía, con su profundo conocimiento enológico, se encarga de garantizar que cada botella refleje la esencia de la tierra. A sus 29 años, ya tiene proyectos propios con variedades como Giro, Macabeo, Chardonnay y Moscatel, mostrando que el futuro de la bodega está en muy buenas manos.

Rafael Cañizares: Un proyecto boutique

Nuestra segunda parada nos llevó a Bodegas Rafael Cañizares, un proyecto más personal del enólogo. Aquí, la filosofía se centra en el respeto por la tierra y la producción de vinos que capturan la esencia del clima mediterráneo. Entre las joyas que probamos, destacaron las elaboraciones de Monastrell, Sauvignon Blanc y Syrah, junto con las sorprendentes Garnachas tintoreras como Quinta del 67 y Quinta de Rafa.

Además, nos llamó la atención el diseño de la bodega, que conserva su carácter artesanal y exclusivo. Pudimos conocer sus depósitos de hormigón Galileo, que reducen la superficie de contacto entre el vino y el depósito, optimizando la conservación y frescura de los vinos. También nos adelantaron que en el futuro contarán con un restaurante para enriquecer la experiencia enoturística, lo que sin duda convertirá a la bodega en un destino imprescindible para los amantes del vino.

Sostenibilidad y tecnología: el camino del futuro

Más allá de la calidad de sus vinos, nos impresionó el compromiso con la sostenibilidad. Bodegas Volver ostenta la certificación “Sustainable Wineries for Climate Protection”, un reconocimiento que refuerza su compromiso con la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y el uso responsable de los recursos naturales. Por otro lado, su sistema de producción combina tecnología de vanguardia con procesos artesanales, asegurando la máxima calidad sin comprometer el respeto por el medioambiente.

Una experiencia que va más allá del vino

Si algo quedó claro en esta visita es que la hospitalidad es un valor fundamental en estas bodegas. Desde la calidez con la que nos recibieron hasta las experiencias gastronómicas que acompañaron las catas, cada momento estuvo impregnado de cercanía y generosidad. Mención especial a la comida en el restaurante El Timón, donde nos deleitamos con arroces con conejo y mollejas, un plato que cobra aún más sentido cuando te cuentan que los conejos son una pequeña plaga en los viñedos. Una muestra perfecta de cómo en esta región saben convertir los desafíos en oportunidades.

Un viaje para recordar

Esta visita a Bodegas Volver y Rafael Cañizares nos dejó muchas enseñanzas, no solo sobre el vino, sino sobre la pasión y el esfuerzo detrás de cada botella. Desde la innovación y el compromiso con la sostenibilidad hasta la calidez humana de quienes trabajan allí, todo refleja que el vino es mucho más que una bebida: es una historia embotellada.

Sin duda, nos llevamos grandes recuerdos, muchas anécdotas y la certeza de que estas bodegas seguirán dando que hablar en el futuro. ¡Por muchos brindis más! 

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