Maçanita: Vocación, territorio y autenticidad en el Douro
Orígenes y filosofía
En el mundo del vino hay proyectos que nacen con apellido y tradición… y otros que surgen de pura pasión. El de los hermanos Joana y António Maçanita es de estos últimos. Sin herencia vitivinícola detrás, decidieron meterse de lleno en el Douro —ese paisaje vertical y casi imposible— para rescatar variedades autóctonas que llevaban décadas olvidadas. Algunas, incluso, ni aparecían en los registros oficiales internacionales.
Diversidad vitícola y narrativa de terroir
El Douro es un cofre con cerca del 50 % del patrimonio varietal portugués. Un tesoro vivo que pocos han explorado con tanto detalle como Joana y António. Ellos clasifican sus viñedos siguiendo el sistema tradicional de letras, de la A a la F. Y aquí viene la magia: lo que para otros es “Letra F” (parcelas menos codiciadas) para ellos son auténticos hallazgos —viñas viejas, suelos con historia y uvas con personalidad propia.
Elaboración con mínima intervención
En bodega, su credo es sencillo: mínima intervención, máxima expresión. Fermentaciones espontáneas, sin levaduras añadidas, sin nutrientes ni sulfitos. No se venden como “naturales”, sino como honestos: vinos que hablan del lugar sin filtros ni artificios.
Vinos y estilos
La familia Maçanita trabaja en dos grandes líneas:
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Classic: Maçanita Red, Maçanita White, Reservas, Touriga Nacional Rosado, Letra A… Todos con un objetivo claro: mostrar la pureza de cada terroir y varietal.
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Unique Varieties: un viaje por cepas menos conocidas como Malvasia Fina, Folgasão, Gouveio, Viosinho, Sousão/Vinhão… o rarezas encantadoras como Quanto + Arinto + gosto de ti.
Y no nos olvidemos de la serie Letra F, donde la altitud y los suelos mixtos de esquisto y granito aportan frescura, ligereza y carácter.
Vinos que conquistan
Este año, pocas cosas me han sorprendido tanto como el Blanco de Folgazão: vibrante, aromático y con una personalidad tan arrolladora que te obliga a volver a la copa una y otra vez. El Blanco Reserva Douro 2021 me atrapó por su elegancia y profundidad, un vino para la mesa y para la memoria. Y Palatinta… eso ya es otra liga: un homenaje a un viñedo centenario en un enclave arqueológico, donde hasta el aire huele a historia.
Un final de visita que no se olvida
La última vez que estuve en su bodega en Ferrão, la cata final tuvo un escenario de película: terrazas de viñedo cayendo hacia el río Douro, aviones sobrevolando bajo recogiendo agua para apagar incendios, y en la mano, un vino nacido de cepas olvidadas. Brindar allí es más que beber: es conectar con un lugar, un tiempo y con las personas que lo hacen posible.
El abecedario de un vinófilo
Los vinos de Maçanita son de esos que un vinófilo auténtico guarda en su diccionario emocional. Botellas a las que siempre quieres volver, porque cada sorbo es una lección de territorio, identidad y placer sin concesiones.