De Alvar de Dios hemos hablado en anteriores ocasiones y sabemos desde siempre algunas cosas básicas, las más importantes. Pero sin duda estamos ante un enólogo y un proyecto que bien merece que centremos en él atención y que será protagonista especial en nuestro catálogo en esta segunda quincena de enero de 2021. Tendremos el placer de recibirle en Canarias para visitar clientes y realizar con él catas especiales.
¿Cuáles son esos conceptos básicos conocidos?
A saber: joven enólogo que hereda de su abuelo algunas hectáreas de viñedo viejo en la zona de Toro y que desde 2008 comienza a hacer sus propios vinos, alejados de la línea clásica (nunca exclusiva) de esta zona. Es decir, vinos fluidos, frutales sin una gran carga o saturación de madera. Potencia domada. Singularidad que no es nueva, es simplemente recuperar los modos tradicionales de elaboración en la DO Toro en los tiempos de Donaciano (abuelo de Alvar)
Vinos francos, sin maquillajes. Expresivos, identitarios y marcados por el terroir y las características de la añada. Sin más. Todo eso, por otro lado, aderezado con un trabajo en viñedo absolutamente respetuoso con el medio. Alvar decidió aplicar sus conocimientos y su personalidad, recuperando lo antiguo y dejando que el vino se exprese como es. Ahí es donde nos interesa al 200% su proyecto. Y estamos encantados de representarle en Canarias.
La trayectoria
Alvar comenzó en 2008 a llevar una viña centenaria de su abuelo, sobre arenas cuaternarias en la localidad de El Pego (Zamora). Ahí comienza a editar su tinto Aciano. Un año después llega el primer blanco: Vagüera, de un pequeño majuelo histórico situado en El Maderal (Zamora), pago de El Rapadal, donde se conservan más de doce variedades autóctonas de uva blanca.
En 2014 Alvar poner en marcha definitivamente su propia bodega y al año siguiente comienza a elaborar con uvas de minúsculos viñedos situados en una de las zonas más desconocidas y potentes del mapa vinícola: Arribes del Duero. Muchos de ellos situados en bancales y precipicios sobre el río, en suelos de pizarra blanca y pirita. Vinos que recogen el terroir de esa tierra fronteriza y misteriosa:
- Camino de los Arrieros – (Rufete y otras variedades tintas) Tinto aromático y elegante, sabroso y fácil de beber. Con 10 meses de crianza en barricas de roble francés.
- Las Vidres – Blanco elaborado al 100% con la variedad Doña Blanca en un pequeño viñedo viejo de 0,4 hectáreas. Fermenta en barricas usadas, donde pasa una crianza de 11 meses.
- Yavallo – (Cariñena, Mencía, Merenzao y Rufete)Tinto con aromas a frutas rojas, una boca suave con taninos sedosos y un año de crianza en barricas usadas.
La filosofía de trabajo de Alvar se resume en:
- El trabajo respetuoso en el campo, con metodologías ecológicas y biodinámicas, contribuyendo a la recuperación y conservación de la flora y la fauna autóctona.
- En seguir los pasos de quienes le precedieron, recuperando la tradición y la manera de interpretar y mantener los hábitos y la cultura de un territorio.
- Elaborar vinos identitarios que transmitan las peculiaridades del lugar del que provienen.
- Crear lazos con otros artesanos, vecinos, proyectos… Para conseguir dar una identidad a la zona y evitar la despoblación de estas localidades rurales.
Un pequeño proyecto con muchas cosas que contar. Un elaborador con personalidad que quiere transmitir en sus vinos una manera de entender el sector que se cimenta en el pasado para asegurar el mejor de los futuros: salud y sostenibilidad.