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Estos días, parte del equipo de Vinófilos nos hemos trasladado hasta el corazón del Alentejo, en la zona central del país Luso y muy próximos a la frontera con Extremadura, para conocer todo lo que rodea la producción del corcho, elemento fundamental para el cierre, la conservación y la evolución del vino en botella. Este artículo no pretende entrar en la valoración técnica del tapón natural con respecto a los modelos sintéticos o profundizar en la discusión de las ventajas de la rosca si la comparamos con el corcho o viceversa. Ni siquiera utilizaremos la balanza para sopesar el TCA y sus soluciones. Lo que realmente nos emocionó en la visita es todo lo que supone para la sociedad portuguesa la actividad en torno al mundo del alcornoque.

Portugal (61%) es junto con España (30%) e Italia (6%) el principal productor de corcho del mundo. Su industria emplea a más de 30.000 personas directas. Su actividad agraria se traduce en 340.000 toneladas anuales y mantiene cultivadas 2,5 millones de hectáreas de terreno, con el bien que eso supone para nuestro planeta.

Tras la visita a un alcornoque de unos 600 años, incluido en el catálogo del Patrimonio Mundial de la humanidad, nos llevaron hasta el corazón de una finca donde se llevaba a cabo «la saca». Las cuadrillas de trabajo se movían entre los alcornoques como si de una orquesta sinfónica se tratara
, no hacía falta hablar. Donde cada uno conocía su función de forma individual o en pareja si el árbol lo requería por su altura. Los sacadores clavaban sus hachas en las cortezas de los alcornoques con fuerza y precisión. Es importante no dañarlos. Trepaban por los troncos para llevar un ritmo acompasado de corte y cada uno sabía dónde debía dirigir su arma.
 
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Cuando la corteza se desprende se puede apreciar la humedad en su interior y en el tronco ahora desnudo. Sentimos entonces un aroma a frutos secos, hierba de monte y ciertas notas de coco.

Otro equipo se ocupa de recuperar las planchas y trasladarlas hasta las explanadas cimentadas donde permanecerán hasta nueve meses para empezar su transformación. Comienza un trabajo fundamental, la primera clasificación visual y unitaria de cada una de las cortezas.

Desde allí se trasladarán a las piscinas, donde con vapor de agua a presión se realizará un lavado en profundidad.

Posteriormente se realizará una segunda clasificación para definir grosores y calidades, realizando cortes con la ayuda de una pequeña podona manual.

Ya tenemos la materia prima lista para comenzar su transformación. El primer paso, como no podía ser de otra manera, consiste en una tercera selección visual de la calidad de las planchas, para posteriormente fraccionarlas a contra-veta en trozos de unos 10 cm que llegan a las manos de las troqueladoras, movidas con pedal por los responsables de aprovechar al máximo y sin perder ni 1 milímetro de buen corcho con muchísima concentración y puntería. Desde ese preciso instante comienza un proceso de selección unitario para cada uno de los corchos, se valorarán los extremos o cabezas, la porosidad del cuerpo, el color, se fotografiará cada uno de ellos para enviarlos a su calidad correspondiente en un proceso mecánico y finalmente, de nuevo supervisado por más de una veintena de señoras.

Además, pudimos conocer los últimos avances tecnológicos en la detección de tricolor anisol a través del proyecto de investigación «one by one» lo que garantiza una ausencia total del defecto a corcho.

Tapones naturales de primera, de segunda y no sé de cuántas más, colmatados, aglomerados, uno más uno, para espumosos, para vinos de consumo inmediato, para vinos de mucha guarda, para magnums, para mucha más capacidad, para destilados, para vinos de licor, de 24, de 34, marcados a tinta o a fuego… Sin duda, una actividad con un lenguaje propio, con un factor humano fundamental en el proceso. 38 años es el tiempo que debemos esperar para poder obtener las primeras cortezas aprovechables del alcornoque para fabricar tapones de corcho para vino, «pensémoslo en el próximo descorche».

Gracias al equipo Masilva por brindarnos la oportunidad de descubrirlo, por su amabilidad e infinitas atenciones. Me quedo con su eslogan «We are cork», of course.