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Si en Canarias fuéramos capaces de elevarnos, aunque sólo sea por un rato, a un par de kilómetros de altura, veríamos un conjunto de ocho islas como peñascos que sobresalen de la superficie del agua. Secas y desérticas hacia el oriente, más verdes y frondosas a medida que nos alejamos del continente africano. Como rocas con musgo en la cara norte y piedra desnuda en la sur.

Pero a medida que nos vamos acercando empezamos a percibir las diferencias que, como lugar único en el mundo, caracterizan a cada isla. Una tierra con apenas unos siglos de historia (entendida como narración escrita) nacida bruscamente tras la conquista, de la que surgió una sociedad cimentada necesariamente en el mestizaje. El de las mujeres aborígenes, los castellanos que hicieron suyas las islas y las decenas de distintas nacionalidades que el comercio permitió que enraizaran, en las recién fundadas poblaciones, puertos y capitales.

Más de 500 años después así sigue siendo. Los estudios genéticos afirman que la raza aborigen está presente aún. Y nuestras ciudades cosmopolitas son la casa y el lugar de paso de gentes de todo el mundo. Abrirnos a esas personas, mezclarnos y aprender de ellas es un proceso natural que, como digo, ha conformado nuestra sociedad y nuestra idiosincrasia.

Tras la apertura de nuestra nueva tienda de Las Palmas de Gran Canaria, situada en la calle Viera y Clavijo quisimos investigar la historia de nuestro local y logramos averiguar que hace 85 años ese lugar fue ya una tienda de vinos. Por ello la existencia de los mosaicos de cerámica artesanal que adornan su fachada. Una historia que puedes conocer en este post que publicamos en su día.

Los lugares míticos, los locales que hacen historia en el centro neurálgico de las ciudades, son aquellos que con el paso de los años van acumulando un poso compuesto por trabajo, anécdotas, hitos y momentos clave. También por las personalidades y personajes que marcan el rumbo directa o indirectamente. Pensando en todo esto, y como respuesta a esta reflexión previa, decidimos encargar a una artista itinerante que trabaja muy cerca de nuestro local, su interpretación de una obra que nos encanta: los “Dos sátiros” de Rubens (Pieter Paul Rubens, Alemania, 28 junio de 1577- Amberes, Bélgica, 30 de mayo de 1640)

Con su cuadro queremos tener en una de nuestras paredes otro pedazo de historia más de esta ciudad. Uno que habla de una pintora que representa muy bien a esas aves de paso que vienen a nuestra tierra y le dan forma con su cultura, su arte y su infinita capacidad de integrarse y convivir durante el tiempo que permanecen entre nosotros.

Se trata de Bianca Milacic (Gales, 1989) de apellido montenegrino y criada en España. Nació artista, con unas enormes dotes para la pintura natural, para las técnicas antiguas, el dominio de los colores, las luces y sombras, las texturas, los aceites, la tiza y el carboncillo. Pero lo fue descubriendo en un curioso camino inverso. Con el paso de los años, tras comenzar a estudiar un Ciclo Superior de animación 3D del que se fue alejando cada vez más. De lo digital a lo analógico. Del brillo de la pantalla de su ordenador a la luz clara del Sol en la calle, donde gracias a la iniciativa de su hermana, comenzó a pintar usando como lienzo los suelos de lugares emblemáticos de España, Italia, Francia, Portugal e Inglaterra.

“El río fluye y yo por alguna razón, voy con el río”. Allá donde va, busca un lugar público donde pintar. En Roma lo hace delante del Coliseo, en Londres en Picadilly, en Málaga ante la casa de Pablo Picasso. En Sevilla delante de la catedral. Y en nuestra ciudad, en la calle Triana.

¿Pero por qué pinta en la calle, en el suelo, donde su obra no durará mucho más de 24 horas? “El arte es efímero. Nada dura para siempre. El arte hay que sacarlo a la calle, darle visibilidad”.

Vino a Gran Canaria por primera vez en mayo de 2018. Tras unos meses se marchó y estuvo trabajando en Francia. Pero tenía que volver a entregar unos cuadros que le habían encargado. Volvió por tres semanas, y aquí sigue. Se ha quedado porque “ha salido bastante trabajo”. También porque le encanta nuestro clima y lo abierta que es la gente. Nada le ata. “Pero en Canarias la gente es como en ningún otro sitio. Tienen una predisposición muy grande a abrirse, a generar amistad y eso me gusta. Me encanta estar en la calle, pintar y hablar con las personas que se acercan. Especialmente con los niños. Y a veces me ocurre que tras hablar con ellos al día siguiente me traen un dibujo suyo que han hecho en casa”. Eso significa mucho para Bianca. Y el idilio con nuestra gente, permanece.

El cuadro de los “Dos sátiros” de Rubens ha sido leído de múltiples maneras por los especialistas. Los sátiros son además personajes frecuentes en obras donde se representa a Baco, uno de los nombres que dieron los romanos al dios griego Dioniso (que no “Dionisio”) dios patrón de la agricultura y el teatro. Para los griegos, fue él quien descubrió el vino y su cultura.

Dioniso está estrechamente ligado a los sátiros, centauros y silenos. Su representación en esta obra de Rubens, fantásticamente versionada por nuestra amiga Bianca, sosteniendo un racimo de uvas delante de otro personaje que bebe vino de una escudilla en forma de concha, hace pensar que este sátiro que el pintor expone en primer plano con esa mirada pícara y sonrisa socarrona, es el propio Dioniso. De cuerpo atlético (era dios del Olimpo) nada tenía que ver con el orondo Baco romano, que representa conceptualmente también la gula y el exceso.

Es probable que Bianca Milacic levante el vuelo y continúe en su camino sin fin por el mundo. Por su mente pasa incluso irse al continente americano más adelante. ¿Volverá a Canarias? Ni ella podrá responder a esta pregunta ahora mismo. Pero su arte quedará, durante el tiempo que sea, colgado de nuestras paredes. También en lo que escribo y cuento a quienes nos visitan. Ayudando a generar y difundir la cultura del vino. Nuestro proyecto. Nuestra pasión compartida. Haz clic ahora en el vídeo: