¿Se diseñarán casas sin cocina en tiempos venideros? – Los anuncios inmobiliarios del mañana podrían titularse como «Vivienda con dormitorio, baño y sala de estar». Donde la alta densidad poblacional de las ciudades, la baja natalidad en el ‘primer mundo’, y los problemas de sociabilidad que generan la economía, la industria y el empleo, nos acorralan hacia una vida individualista donde la necesidad de alimentarse se convierte en un trámite incómodo que solucionamos mal y con prisas.
Puede parecer una excentricidad pero es algo real que ya hay quien lo plantea. Y no es una idea novedosa. En 1898 la escritora norteamericana Charlotte Perkins Gilman en su obra La mujer y la economía perfilaba un nuevo modelo doméstico desde un punto de vista feminista en el que algunas labores «prehistóricas» del hogar serían mecánicas (no se equivocó, ahí tenemos actualmente los robots que barren y friegan el suelo) y otras como cocinar se realizarían de modo comunitario o profesional, por tanto se podría prescindir de este espacio. ¿Acertará también en esto último?
«El hogar dejaría de ser para nosotros un taller o un museo, y se convertiría mucho más en la expresión personal de sus ocupantes: el lugar de la paz y el descanso, del amor y la intimidad» Charlotte Perkins Gilman
Es cierto que cada vez son más los domicilios en los que el espacio ocupado para los elementos básicos de la cocina es menor y se utiliza muy poco. La nevera y el microondas se convierten así en protagonistas absolutos para enfriar y conservar por un lado las bebidas y alimentos esenciales (reconozcámoslo: mantequilla, mermeladas, algo de queso industrial, cervezas, y sobres de ketchup que no caducan nunca) y por otro recalentar lo que traemos de fuera.

Es curioso como en este mundo absolutamente polarizado somos testigos del tremendo auge de la gastronomía a nivel mediático, con reportajes, libros, recopilaciones enciclopédicas como la Bullipedia… Estudios universitarios de alto nivel sobre cocina y cultura gastronómica como los de la Universidad de Bolton, en escuelas como la Basque Culinary Center, la Escuela de Hostelería de Lausanne en Suiza, el International Culinary Institute de Nueva York… Pero por otro lado tenemos una sociedad que avanza hacia el abandono de la cocina y sus artes a nivel doméstico.
Nos pedimos una pizza, unos tacos o una hamburguesa, para sentarnos a ver absurdos realities con gente que cocina, canales temáticos de gastronomía, a un cocinero/a profesional en su canal de Twitch o a nuestro/a Youtuber de cabecera preparando tartas. Es tristísimo.

Cuando más sabemos sobre nutrición y salud, mejores herramientas tenemos y podemos entender claramente cuáles son los adecuados hábitos alimenticios, nos alejamos de la cocina de casa y la convertimos en una habitación con poco uso. Fallecen nuestras madres y abuelas dejando un escalón gigante por culpa de lo que podemos denominar el ‘Estado del Bienestar doméstico‘.
Crecimos acostumbrados a tener unas despensas repletas (comparativamente con las generaciones precedentes) y teniendo a nuestra disposición a diario platos de comida casera abundantes, sabrosos, preparados por personas que supieron lo que fue la escasez y el hambre en el pasado y quisieron darnos lo mejor en todo momento. Nos hemos aborregado.
En el día de ayer vivimos un día complicado, que quedará para siempre marcado en la historia de nuestro país y en nuestras memorias. Este lunes 28 de abril España sufrió un «cero energético», un apagón global de electricidad que afectó a toda la península ibérica y que cambió las vidas del país por unas horas.
La radio se convirtió como siempre en gran aliada para mantener informada a la población en momentos de crisis y precisamente en un programa nocturno escuché cómo en Madrid había largas colas de gente que quería comprar comida en negocios de comida rápida porque, entre otros motivos, «en casa no tenían nada para comer». No es una cuestión de falta de recursos económicos, sino de la ausencia de la más mínima previsión y de la desaparición de una cultura gastronómica que en la gente joven es un páramo donde los únicos referentes son las diferentes apps de mensajería urgente que a diario les surten de comida y bebida para subsistir.

No permitamos que esta imagen desaparezca de nuestras vidas
Pero ahora es nuestra responsabilidad y en nuestras manos está el conseguir que las próximas generaciones no pierdan el contacto con todo lo que conforma una correcta cultura gastronómica. Utilizar los momentos compartidos alrededor de la comida en casa como adhesivo social que nos permita estar más cerca, mejorar la comunicación con los nuestros y por supuesto disfrutar del placer hedonista de los sentidos preparando nuestras propias exquisiteces. Hace cientos de miles de años lo hacíamos alrededor del fuego, hoy podemos hacerlo cerca de nuestras placas de inducción.