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Inagua, el vino que nace en La Aldea de San Nicolás

Ayer tuve la suerte de visitar La Aldea de San Nicolás, en el extremo más occidental de Gran Canaria. Un lugar que siempre me ha parecido mágico, aislado, con ese aire de “isla dentro de la isla” que lo hace único. Frente a la Reserva Integral de Inagua, pulmón verde y santuario natural de la isla, me encontré con un proyecto inesperado y apasionante: un vino que lleva el mismo nombre, Inagua.

El anfitrión y viticultor es Braulio, un aldeano inquieto, empresario con muchas inquietudes y una energía contagiosa. Me recibió entre viñas jóvenes, apenas 0,8 hectáreas de Vijariego blanco, una variedad canaria con fama de compleja, de dar vinos con cuerpo y con capacidad de guarda. Allí, rodeados del paisaje abrupto y silencioso de la Aldea, me contó que de esas cepas apenas nacen unas 1.500 botellas al año.

Cuando lo probé, entendí enseguida el porqué de la apuesta. Inagua es un vino limpio, vibrante, con frescura pero también con mucha profundidad . Se elabora sin aditivos ni correcciones: fermentación espontánea, levaduras indígenas, y un manejo sostenible en la viña. Es un vino que sabe a verdad, que no disfraza nada, y que lo mismo acompaña un pescado fresco que un buen queso curado de canario y un cabrito!. Pero lo que más me sorprendió no fue solo su sabor, sino cómo se siente: ligero, digerible, de esos vinos que invitan a seguir la conversación sin pesarte en que pasará mañana….

Me impresionó también el contexto. La Aldea siempre fue tierra de agricultores, sobre todo de tomate y de fruta tropical. Allí hubo viñas en otros tiempos, pero apenas bodegas. El vino nunca tuvo protagonismo: la tierra estaba destinada a producir para vender fuera. Y de pronto aparece alguien que decide hacer lo contrario: plantar uva, hacer vino y ponerle el nombre de su territorio más sagrado, Inagua.

Al escuchar a Braulio y al probar su vino, sentí que estaba delante de algo más que una botella. Es un símbolo de identidad, un gesto de valentía y de amor por la tierra. La Aldea, acostumbrada a mirar hacia fuera, ahora también empieza a mirarse a sí misma y a expresar su voz en forma de vino.

Salí de allí con la certeza de que Inagua no es solo uno de los mejores blancos que se están haciendo ahora mismo en Canarias, sino también el comienzo de una historia mayor. Una historia que habla de naturaleza, de tradición recuperada y de futuro. Y que, como los pinos de la reserva, tiene raíces profundas y horizonte abierto.

PROBAR INAGUA (DE LA ALDEA)
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