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Cuánto cuesta poner en valor un vino cuando el mercado le ha dado la espalda durante años. Cuando algunas bodegas de perfil comercial han ocupado su segmento produciendo un mal producto y abaratando precios. La historia del vino rosado cumple exactamente con estas condiciones negativas y hoy por hoy incluso los entendidos de alguna manera le dan la espalda, dejando espacios residuales en las cartas de vinos con una, dos o tres referencias. Al final, esta tendencia consigue también que las bodegas inviertan menos energía, y menos fruta, en producir rosados. 

En las zonas turísticas del archipiélago canario su presencia es algo más notoria justificada por la demanda de los extranjeros, más acostumbrados a tomar este tipo de vino y sobretodo con un paladar más habituado a tomar vinos sin crianza en madera, más suaves en boca.

Rosados y claretes           
Hace algunas semanas, José Peñín publicó un interesante artículo en su blog sobre estos dos conceptos. Hasta ahora, la definición del término “rosado” se entendía como la vinificación de un tinto en el que se detiene la extracción del color al retirar los hollejos. Del mismo modo, el “clarete” era un vino producido por la mezcla de uva blanca y tinta. Históricamente en España y en Europa estos términos se han prestado a confusión en determinados momentos.

Pero al final, existen vinos blancos, rosados, claretes, tintos, espumosos, dulces… y todos ellos merecen la misma consideración desde el punto de vista del entendido, del Vinófilo y del neófito. En definitiva, lo que buscamos siempre es una vinificación correcta, respetuosa con su zona, con sus variedades. Vinos con alma, que transmitan, que cuenten cosas. Y esto puede pasar también con un rosado. ¡Claro que sí!

En Vinófilos tenemos en catálogo una representación de rosados no dignos, sino muy dignos, que respetamos y apreciamos como cualquier vino. Son los de Bodegas Tajinaste, Monje, Ochoa, Jeromín, Raventós y algunas otras bodegas extranjeras. Pero desde hace un par de meses llegó a nuestro almacén un rosado de altura que está obteniendo grandes críticas y reconocimientos a nivel nacional e internacional. Se trata de “Le Rosé” (qué mejor nombre para un rosado) elaborado en el Duero por el enólogo francés Bertrand Sourdais, promotor de fantásticos proyectos como Bodegas Antídoto y Dominio de Es.

“Le Rosé” es un vino con carácter y personalidad, graso, complejo… elaborado al estilo provenzal, pero en España. Comparado con los mejores rosados nacionales e internacionales, hablamos de un vino de primer nivel que merece ser puesto en valor desde ya. ¿No eres muy de este tipo de vinos? Eso es porque no has probado un buen rosado.