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Foto: Tato Gonçalves

El vino canario no es caro

Por Carlos González.- ¡En absoluto! El vino canario vale lo que cuesta. Que no es poco. Y es perfectamente comparable con justicia a cualquier otro vino del mundo.

Estamos en mayo y ante la cercanía del día de nuestra región, tenemos la excusa perfecta para hablar de vino canario, promocionarlo, defenderlo y sentirnos orgullosos. Y además quiero pedir tu apoyo para que, una vez hayas terminado de leer este artículo, me ayudes a derribar este mito absurdo cuando salga esta conversación recurrente con tus amigos y familiares.

En Canarias no hay latifundios. Cuando recorres las zonas vinícolas de nuestro archipiélago, aunque sea desde el coche, nunca verás paisajes con grandes extensiones de viñedo cultivado. Serán siempre pequeñas parcelas. La mayoría de ellas, microparcelas.

Foto: Vinófilos

Que pertenecen a familias, vecinos y vecinas que se pasan todo un año trabajando la tierra, ayudando a las vides para que llegado agosto o septiembre produzcan uvas de la mayor calidad posible. Terrenos, en muchos casos, de difícil acceso por la propia orografía de nuestras islas… Lo cual también hay que tener en cuenta.

La cantidad de uva obtenida y por tanto la producción del vino resultante será limitada. Y la venta de esas botellas tienen que hacer rentable la pequeña empresa que se genera en cada proyecto vitivinícola. Se pone la balanza, gastos, ingresos, previsión de presupuestos para el año que viene… Y al vino hay que ponerle un precio.

Ten en cuenta que una GRAN bodega canaria será aquella capaz de producir (estamos hablando de las marcas comerciales más conocidas de Lanzarote, por ejemplo) alrededor de un millón de botellas cada año. Una bodega con esta capacidad de producción en la península es un “juguete”. Por tanto no te pares a comparar nunca el precio de una botella de un Rioja Crianza o un blanco de Rueda de esas que encuentras en el supermercado con cualquier tinto o blanco de las islas.

Foto: Tato Gonçalves

La inversión que representa montar una bodega en infraestructura, local, transportes, personal, materiales y otros gastos no es diferente en ningún lugar del mundo. Para tener lo básico, no hay grandes diferencias. El problema viene cuando la entrada de uva es limitada.

No puedes producir más de lo que te da la naturaleza cada año de tus pequeñas parcelas. Y eso en la península (por citar un ejemplo cercano) no ocurre. Porque tendrás terrenos mucho más amplios y porque si no los tienes, siempre tendrás la oportunidad de comprar mucha uva a viticultores de tu denominación de origen que se ganan la vida precisamente así: vendiendo uva.

A mayor producción, mayor rentabilidad, menor precio del producto final. Esto es así en una bodega, en una fábrica de textil, en una panadería y hasta en el IKEA.

De hecho, si comparamos los precios de dos bodegas, una canaria y otra peninsular con la misma capacidad de producción, encontraremos que los vinos obtenidos tendrán precios similares.

Por si no queda del todo claro y permitiéndome la comparación simple: No puede costar lo mismo un queso Gouda de barra cortado en lonchas que uno artesano elaborado en cualquiera de las maravillosas queserías de nuestro archipiélago. ¿A que no?

Pues no permitas nunca más que nadie te diga que el vino canario es caro.