Sin duda la historia vinícola de Lanzarote no puede pasar por alto el respeto a la tradición que ha mantenido la Familia Fajardo por lo que seguramente es uno de los vinos más interesantes que podemos encontrar hoy en día en las Islas afortunadas.
Con datos de principios del siglo XIX que reflejan la exportación de estos vinos a los grandes grupos jerezanos de la época, se demuestra que los vinos de Lanzarote se elaboraban de una manera totalmente diferente a lo que conocemos hoy en día. La familia Fajardo, Bodega Vega Spínola, propietaria de la extensión más grande de cultivo en la zona de La Geria, elaboraba grandes vinos artesanos y de crianza oxidativa, que gracias a dios y la constancia de la familia han llegado hasta nuestros días.
El cultivo de variedades como Diego y Listán blanco, sin la adición de aditivos ni sulfitos, es una característica distintiva de estos vinos. Su producción se limita a unas escasas 2.000 botellas al año, lo que les otorga una exclusividad especial. Sin embargo, lo que realmente dota de alma a estos vinos es el sistema de soleras antiguas, donde las botas viejas albergan una mezcla de más de 30 añadas diferentes. Esta tradición les confiere una personalidad única, mística y, por supuesto, histórica. Son vinos que no dejan indiferente a nadie y que aportan un toque de sofisticación y elegancia a la oferta vinícola de Canarias en cualquier ocasión.
Para mí, descubrir estas joyas vinícolas ha sido una auténtica fortuna. Ahora, es nuestro deber valorar y reconocer su importancia. Cada botella nos cuenta una historia, nos traslada a tiempos pasados y nos permite apreciar el esfuerzo y la dedicación necesarios para preservar esta herencia vitivinícola. Cada sorbo es un homenaje a la tierra, a las tradiciones y al legado de generaciones anteriores.
En definitiva, la historia y la tradición se entrelazan de manera magistral en los vinos de Lanzarote, dejando una huella imborrable en aquellos que tienen el privilegio de disfrutarlos. Son verdaderas obras maestras que capturan la esencia de la tierra y reflejan el amor por el arte de la viticultura.